Ing. Agr. Carlos MOSCHETTI. Producción de semilla de alfalfa. Jubilado del INTA Hilario Ascasubi.
El control de malezas en todo semillero de alfalfa debe ser permanente, desde el establecimiento del cultivo hasta el proceso final de limpieza y clasificación de la semilla. La presencia de malezas constituye un factor condicionante en estos cultivos, afectando directamente los rendimientos. Su efecto adverso se manifiesta en reducción o pérdida de plantas (principalmente en los primeros estadios del cultivo); competencia por luz, agua y nutrientes; interferencia en la labor de los polinizadores; dificultad en las prácticas de cosecha; y aumento de los costos y trabajos en el procesamiento de la semilla.
Es más sencillo y económico eliminar malezas en el lote que hacerlo durante el procesamiento de la semilla cosechada. Si se permite a las malezas madurar y cosecharse junto con la semilla de alfalfa, deberán indefectiblemente ser eliminadas en la limpieza.
Las semillas de malezas más difíciles de separar de la alfalfa son las de sorgo de alepo, rúcula (Eruca sativa G.), yuyo esqueleto (Amaranthus sp.), roseta (Cenchrus sp.), lengua de vaca (Rumex crispus L.), cuscuta, porotillo (Hoffmanseggia falcaria) y tréboles de olor. La separación de muchas de ellas requiere el uso de maquinarias adicionales a las comunes, incrementando los costos de limpieza y la pérdida de semilla apta de alfalfa, que puede llegar al 10 – 12%.
En cultivos establecidos e incluidos dentro de un programa de certificación, las plantas de alfalfa de resiembra o voluntarias deben considerarse malezas.
El problema de malezas en diferentes etapas del cultivo debe solucionarse con un manejo racional, que utilice medidas de prevención y métodos de control cultural, mecánicos, químicos y combinaciones de los mismos.