Ing. Agr. Carlos Moschetti, Produccion de semilla de alfalfa, Jubilado del INTA H. Ascasubi
El cultivo de alfalfa para semilla en el V.B.R.C es atacado anualmente por el complejo de pulgones: el pulgón verde de la alfalfa, Acyrthosiphon pisum, el azul, Acyrthosiphon kondoi, el pulgón negro de las leguminosas, Aphis craccivora y el moteado, Therioaphis trifolii, constituyendo uno de los principales inconveniente para el desarrollo de los cultivos.
Por medio de su aparato bucal picador-suctor, estos insectos inyectan toxinas y extraen savia de las plantas, produciendo una reducción del crecimiento que, en ataques severos, pueden llegar a detener completamente. Las plantas susceptibles presentan un marcado acortamiento de los entrenudos y cambios de color del follaje. Además de toxinas, los pulgones segregan sustancias melosas, sobre las que se desarrollan hongos saprófitos. El ataque puede ocurrir en cualquier etapa del desarrollo. Ante ataques muy severos, las plantas jóvenes pueden llegar a morir.
Para el complejo de pulgones de la alfalfa las dos formas más comunes de control entre otras son, en primer lugar la resistencia genética (variedades resistentes o muy tolerantes) que se vienen desarrollando en los últimos años con muy buenos resultados y constituye una vía no contaminante, y en segundo lugar, el control químico con insecticidas selectivos.
El cultivo de alfalfa debe monitorearse en forma periódica para detectar la presencia de la plaga, realizándolo con mayor ocurrencia en la implantación del mismo, dos veces por semana como mínimo.
El control químico de estos insectos dañinos se debe realizar respetando los umbrales de daño económico, que varía según el estado fenológico del cultivo y es utilizado como punto de referencia para iniciar los tratamientos.
Es fundamental utilizar productos de baja toxicidad y selectivos a fin de permitir una máxima población de insectos benéficos y polinizadores. Existe en el mercado una amplia gama de insecticidas pero en función de lo citado anteriormente y dependiendo de la época del año se debe privilegiar el uso de insecticidas específicos que no afecten la fauna benéfica (Pirimicarb 50%). Es importante recalcar que las aplicaciones terrestres se realicen con un volumen de agua no inferior a los 80 litros por hectárea y en aplicaciones aéreas 15 litros/ha, para una correcta dispersión del producto.
Debe tomarse en cuenta las consideraciones y advertencias del rótulo del insecticida a utilizar para evitar problemas de toxicidad al hombre, a los animales de sangre caliente, a los peces, a los polinizadores y al medio ambiente en general.